domingo, 24 de agosto de 2008

La verdad sobre... Los tres chanchitos

Hermoso carré con batatas acarameladas sobre mi plato, un buen vino, buena música y un lugar especial. Sobre esa escena una vez más mi pensamiento se alojó en el pasado, más especialmente en la infancia. Hoy toca develar la verdad sobre los tres chanchitos.
Resulta ser... que Alfonso, Adolfo y Rodolfo Palenque Chueco, eran tres hermanos (chanchos) que se dedicaban al tema de la compra/venta y alquiler de propiedades. Si-miento Propiedades se llamaba la empresa.
Habían comenzado jugando en una casita precaria en un árbol y cuando vieron que los demás querían subir y conocer, se apiolaron y empezaron a cobrar un bono contribución. Contribución para construir otra casita en otro árbol aledaño.
Con el paso del tiempo llegaron a tener 120 "casárbolas" (nombre comercial de las pequeñas contrucciones), y se repartían el manejo de las primeras propiedades entre los tres. Alfonso que era el más fresco de los tres atendía sólo 10 casárbolas; Adolfo, ya más apiolado en el tema del mantenimiento, atendía 30. Y Rodolfo, el alma del proyecto, manejaba las restantes 80.
Pero los manejos de los Palenque Chueco no eran del todo transparentes, y eran investigados cada tanto por algún oficial de la Justicia, sin suerte para éste, porque ningún inquilino declaraba nada en contra de los dueños.
Con el tiempo, las casárbolas pasaron de moda y fueron cambiadas por unos chalets a dos aguas. Pero apareció un problema, y era el de los terrenos, porque las nuevas construcciones ocupaban el triple de las antiguas casárbolas.
Entonces empezó la movida de los Palenque para buscar (apropiarse) de algunos terrenitos.
El mejor terreno lo tenía Dalmiro Záfiro, viejo lobo que tenía unas 5.000 hectáreas en la zona más bonita del pueblo.
Allá fueron los hermanos a verlo a Dalmiro, y le ofrecieron tres chalets y dos casárbolas a cambio del terreno, pero no quería saber nada de vender ni de aceptar nada a cambio.
La cuestión es que los chanchos enojados fueron a ver a un par de amigos y movieron ciertos hilos entre los funcionarios del pueblo, y encontraron que Don Dalmiro tenía una deuda de la 5ª cuota del Inmobiliario Rural que se le había pasado por algo, porque el resto de las cuotas estaba al día. Pero esta que le faltaba fue la desgracia para Dalmiro. Lo cierto es que al tiempo volvieron los Palenque Chueco a la casa del lobo, pero esta vez venían preparados y al escuchar nuevamente la negativa a vender... le remataron la propiedad a Záfiro.
Ah la calentura de aquel animal... entre 6 lo tuvieron que parar para que no faenara a los chanchos en el momento. El pobre lobo no pudo ni presentar un recurso de amparo ni nada que lo salvara del remate.
Al tiempo, su ex terreno ya tenía las bases de lo que sería "Palenque Bell", el nuevo barrio cerrado del pueblo.
Dalmiro no lo podía creer y supo lo que tenía que hacer. Revelar a la sociedad los negocios turbios de los hermanos chanchos y desnudar las fallas de los nuevo chalets.
Leyó varios libros sobre construcción y arquitectura y se puso a vigilar la obra de los chalets.
Analizó la situación y cuando estuvo armado el primer chalet, fue a explorarlo en busca de fallas. Pero su sorpresa fue al ver a Alfonso dentro, que estaba tapando una rajadura en una de las paredes. Dalmiro entró a corriendo con una cámara de fotos para plasmar el momento. Alfonso se quedó semiparalizado al verlo entrar.
No te muevas chancho rengo!!! Te agarré con las manos en la masa!, pensabas vender esta casa toda rajada sin decir nada.
El chancho inmóvil, con lo ojos oscuros y chiquitos casi parecía embalsamado, ni temblaba ni chillaba, ni se movía. Y cuando el lobo se agachó para sacar la foto, sintió un frio que le corría por el cuerpo... más bien le rompia la cabeza... era Adolfo con una barreta, que estaba en otra casa cercana cortando el césped y escuchó los gritos del viejo lobo, al que tomó por sorpresa.
El cuerpo de Dalmiro yacía sobre el piso de porcelanato del chalet, y los dos chanchos no sabían que hacer con él. Nerviosos lo fueron a buscar a Rodolfo.
Cuando llegó a la escena, Rodolfo se puso unos guantes de látex, les dio un para a cada hermano, y entre los tres sacaron el cuerpo de la casa. Taparon la rajadura de la pared y se fueron a la próxima vivienda que todavía estaba en construcción. Allí deliberaron durante unas horas mientras comían unos canapés de verdura.
Al final, ya entrada la madrugada, pala en mano, optaron por beneficiar al futuro propietario de chalet número 4: le agregaron una pileta. Dalmiro Záfiro quedó en el fondo.
Años más tarde los hermanos Palenque Chueco fueron a juicio oral por malversación de fondos públicos. Nunca les pudieron probar nada.

PD: la foto la saqué de este blog:
http://lauramichell.blogspot.com
Gracias

No hay comentarios:


calle 7