miércoles, 19 de noviembre de 2008

Un día de furia

Claro que la lista es larga, no se si tanto como la temporada de verano, pero si es larga.
Y ya la otra vez les comenté el temita ese de los helados soft.
Pero seguí repasando la inmensidad de cosas que se complican para hacer en verano, más allá de que el día este lindo.
Como dicen por ahí en otro blog amigo (http://interes-art.blogspot.com), el tema de salir a hacer compras también es complicado, y más cuando hablamos de esa compra, que todos deberíamos evitar a fin de no sufrir algún que otro golpe, torcedura o peor aún, un hermoso papelón, o un tiro en la frente a nuestra dignidad. Esa es la compra de jeans.
Si queridos y queridas, el tan arraigado jeans; ese que nos acompaña en varios momentos de nuestra vida, el complemento ideal a veces, ese mismo se puede transformar en nuestra causa de terapia.
Porque uno puede salir de compras con la idea de buscar otra cosa, pero si por una de esas casualidades de la vida, encuentra unos jeans que le vendrían como anillo al dedo y decide entrar a comprarlo, ahí arranca la tortura.
Al pantalón, cualquiera sea la tela, hay que probárselo antes de comprarlo. Y donde nos lo probamos? En esos diminutos centros de detención corporal, que nos brindan un mísero ganchito a medio atornillar, una alfombra gastada, una cortina que queda corta (tanto en alto como en ancho), y a veces, muy raras veces, una banqueta donde dejar nuestra ropa cómoda cuando nos ponemos la nueva y apretada prenda. El probador, al cual no conviene entrar con muchas cosas, más que con el cuerpo de uno.
Recuerden que es verano. La ropa se nos pega a la piel por osmosis, la tela de jeans es a su vez como una lija que nos van pasando despacito. Y ahí tenemos que empezar el movimiento de la anguila. Porque el probador no se va a agrandar, y el jeans se va a negar en principio a nuestro cuerpo, lo va a desconocer.
Y ante tanto movimiento, el de afuera puede pensar que tenemos un ataque de pánico, parkinson, un ataque de epilepsia. Lo mejor en estos casos es tratar de hacer otra cosa que parezca normal para acompañar el movimiento. Podríamos silvar, tararear, entonces pensarán: Mirá que ritmo el del probador 4!?
Pero el silvar no nos previene de quedar con media nalga afuera. Terrible. Pero a no reaccionar violentamente ante esto, al contrario, tomarlo como natural, como si uno fuera un hippie y estuvieran en total conexión con la naturaleza de un cuerpo desnudo.
Cuando logramos entrar nuevamente, vemos que el jean está recién a la altura de las rodillas. Que macana che, pedite un talle más. Sacamos la mano y pedimos: Me dás un 42? En el mismo color si puede ser, gracias.
Llega y lo atacamos, ahora con más ingenio. Pero llega a la cintura y... a prenderlo. Descubrimos que el turro que lo confeccionó no le dejó bien abierto el ojal del botón, y todos sabemos lo que es luchar con un botón que no pasa por el ojal. Como remontar un barrilete en un sótano.
Las manos nos transpiran a la par de todo el cuerpo. Parecemos un miembro del escuadrón antibombas de la bonaerense. Luchamos, pero caemos en un nuevo pedido de otro jeans que tenga el ojal en condiciones.
Llega y ya cansados, transpirados, acalambrados y con poco humor, lo atacamos ferozmente esta vez. Sentimos que algo suena, una costura quizás? No importa, no nos va a ganar un jeans, o si?
Entró, y nos miramos. Vemos una persona con el rostro desencajado, medio colorado, transpirada, semivestida y con un jean que parece roto. No parece, lo rompimos en el afán de meternos dentro de él.
Salimos con nuestra inseparable y cómodo ropa, el jeans en la mano medio estrujado, cara de pocos amigos. Miramos al vendendor/ar y le decimos: La verdad no me gusta la confección, gracias igual.
Presurosos y aturdidos corremos a la entrada, dejando atrás el jeans y nuestra dignidad herida.
Pero nada que no se cure con un helado. Es verano.

1 comentario:

Ally dijo...

que buena entrada , te pasaste zalo ;) !!
lo que mas me gusto es el tema de los probadores , una vez me fui a probar un pantalon con unas cadenitas y las di contra el espejo y me recoste sobre la pared que hizo un estruendoooooooo y cuando me estaba llendo golpie la puerta !! jajaja nunca me voy a olvidar de ese dia!
Las mujeres somos las peores sabias que : nos ponemos talco para pasar los pantalones?? ....algunas yo no por que no lo necesito ....jajajaja! ya es demasiado!
yo tendria que haber escrito esto! porque esta demasiado bueno jaja naaa es broma ! felicidades suerte


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