jueves, 24 de julio de 2008

Quizás, tal vez...

Quizás me vaya; tal vez no llegue.
Quizás busque; tal vez no encuentre.
Quizás mire; tal vez no vea.
Quizás me esfuerce; tal vez no alcance.
Quizás vuelva; tal vez no vaya.
Quizás me cure; tal vez no enferme.
Quizás lo deje; tal vez nunca lo tuve.
Quizás me acerque; tal vez nunca me aleje.
Quizás escuche; tal vez nunca oiga.
Quizás lo sienta; tal vez nunca lo toque.
Quizás escriba; tal vez no lea.
Quizás plante; tal vez nunca desentierre.
Quizás crezca; tal vez no envejezca.
Quizás me lastime; tal vez no hiera.
Quizás me pregunte; tal vez reflexione.
Quizás termine; tal vez no empiece.

Quizás llegue; tal vez no vaya.
Quizás encuentre; tal vez no busque.
Quizás vea; tal vez no mire.
Quizás alcance; tal vez no me esfuerce.
Quizás vaya; tal vez no vuelva.
Quizás enferme; tal vez no me cure.
Quizás lo tuve; tal vez nunca lo deje.
Quizás me aleje; tal vez nunca me acerque.
Quizás oiga; tal vez nunca escuche.
Quizás lo toque; tal vez nunca lo sienta.
Quizás lea; tal vez no escriba.
Quizás desentierre; tal vez nunca plante.
Quizás envejezca; tal vez no crezca.
Quizás me hiera; tal vez no lastime.
Quizás reflexione; tal vez me pregunte.
Quizás empiece; tal vez no termine.

domingo, 20 de julio de 2008

La verdad sobre... Blancanieves

Continuando con la onda cuentística... hoy sale a la luz la verdad sobre... Blancanieves.
Primero, en lugar de Blancanieves tendría que decir María Antonia de las Nieves, que por un problema de pigmentación en la piel que le impedía tomar sol, en el barrio la llamaban la Blancanieve.
Blancanieve vivía en una precaria cabañan en una zona de la montaña mendocina, cerca de la frontera con Chile. Nuestra amiga se ganaba la vida vendiendo los productos que contrabandeaba desde la frontera y de los favores a Gendarmería. Era muy querida en la zona, pero no por todos.
En el lado chileno existía una ex estrella del cine argentino, exiliada por motivos de una pelea de camarines. María Amalia Beatriz Romero Chávez, alias Beba. De mañana trabaja como cajera en una cadena de supermercados y por la tarde continuaba actuando en diversos locales bailables de pocas luces.
Y le había llegado el comentario de la bomba blanquiceleste, apodo ganado por nuestra amiga Blancanieves por su estilo para tirarse a la pileta de la colonia de vacaciones de verano y por su cuerpo voluptuoso.
Beba no aceptaba el paso del tiempo y tenía miedo de que Blancanieve la destronara de su popularidad entre el público chileno. Tanto es así que decidió tomar el toro por las astas y eliminar la competencia.
Un día, mientras Blancanieve volvía con su carro cargado de autoestereos, se topó con una viejita media encorbada que vendía curitas, agujas, alfileres e hilos de cóser. La señora le ofreció a nuestra muchacha un paquetito completo al modo de: No le vengo a vender... le vengo a regalar... y la pequeña muy astuta en el tema de la compraventa, analizó el precio y la sacó carpiendo al grito de: A mi me vas a pasar!!! Anda a revender a otra zona!!!
El primer intento de Beba, había fallado. Pero no sería el último.
A la semana siguiente, ya con Beba más caliente (y con Blancanieve con un contrato prefirmado con una bailanta chilena), hizo el segundo y más intrépido intento, una muerte natural.
Beba había averiguado que nuestra chica tenía una debilidad, las bolas de fraile. Podía llegar a comerse una docena sola, junto con una pava de mate. Es así que decide disfrazarse esta vez de vendedora de bolas de fraile y churros.
Y una tarde toca a la puerta de la casa de Blancanieve y le ofrece las tan ansiadas bolas. Los ojos de la muchacha quedaron como en un animal embalsamado, fijos en la canasta que contenía esa delicia. Angurrienta la guacha compró dos docenas... rellenas (estaba de antojo; aparte venía de un encuentro casual con la Gendarmería y quería recuperar fuerzas).
Pero no sabía que estaban envenenadas con una mezcla letal de aminoácidos, cardamomo, pastillas de baño y grana verde que le provocaría una muerte lenta.
Después de comerse una docena de bolas de fraile, Blancanieve salió en busca de un cargamento de Mp3, pero a los pocos kilómetros se empezó a sentir mal. Un revoltijo en su panza la hizo aminorar el tranco. Luego otro pero más fuerte, que pensó que venía acompañado de "algo más", pero sólo fue una ventosidad. Pero luego no pudo más y se metió en un bosquecito cercano para evacuar sus dudas, y encontrado el lugar sagrado y a medio desvestir cayó desvanecida y se dió la cabeza contra un tronco.
Y tuvo tanta suerte que pasaba una caravana de mineros (bajitos) que volvían de trabajar, quienes tropezaron con la joven y la creyeron muerta, pero luego de comprobar con métodos poco ortodoxos que todavía tenía vida, la cargaron y se la llevaron.
Blancanieve no despertaba y los mineros se impacientaban. Empezaron a sacar número para reavivarla, hasta que uno aguantó más y se le tiró encima al grito de: Ahijuna!!!!
Un poco torpe, el minero resbaló al trepar a la cama y cayó con los codos en el pecho de la pequeña con tanta fuerza que ésta emitió un tremendo eructo que le dejó un mechón blanco al minero en cuestión. Eran los gases del veneno de las bolas de fraile.
Entre el desparramo por el ruido, los mineros no se percataron de la presencia de su capataz, un muchachón alto y fornido que se acercó por el estruendo. Y ahí la vio, llena de tierra, con la ropa sucia, la cara manchada, un par de Mp3 en los bolsillos de la pollera, el pelo revuelto y unas medias 3/4 de nylon color beige. Fue amor a primera vista, la de él, porque ella tardó un rato en recobrar la conciencia completa (de esos momentos no hay grabación sobre que pasó con los mineros que quedaban).
Ya recuperada y luego de analizar los restos de bolas de fraile que quedaba en su casa, dio con la pista de Beba, a la cual fue a buscar con los mineros y le reventó el rancho.
Hoy Blancanieve vive en otra casa mejor, y ya montó un local más cerca de la frontera en el que vende cosas al estilo Todo por $2. Cada tanto, cuando su marido queda atrapado en la mina, ella le pide ayuda a Gendarmería.

martes, 15 de julio de 2008

La verdad sobre... Hansel y Gretel

No se bien por que, pero me vino a la mente la historia de Hansel y Gretel.
Todavía recuerdo como llevaba a mi hermana al llanto cuando los pibes estos se perdían en el bosque.
Pero para traer luz a estos acontecimientos cuentescos, aquí les dejo la verdad de la milanesa.
Resulta ser que... en una localidad del Gran Buenos Aires vivían Hansel y Gretel Gómez, dos hermanitos que compartían hogar junto a su padre Igor Wassington Gómez, inmigrante austropolaco con descendencia española, y la pareja de éste y madrastra de los niños, Isabel Flores Silvestre.
Isabel no soportaba a los pibes y trataba de ni tocarlos casi. La situación era muy incómoda. Vivían en un monoambiente los cuatro (y dos perros, dos gatos y un canario).
Una noche, mientras Hansel y Gretel jugaban a la mancha cadena, el padre planeaba las vacaciones. Y ahí nomás a Isabel se le ocurrió la mágica idea de elegir como lugar Mar del Plata. Era lo que ella necesitaba (aunque odiaba el mar) para hacer desaparecer a los pibes. Un lugar concurrido, complicado, lejos de la casa.
Así que allá fueron los Gómez de vacaciones a "La Feliz". Llegaron el 11 de enero a las 8 de la mañana. Habían salido el día anterior a las 6 de la tarde porque don Igor no conocía las rutas y no conocía de manejo (en 1º y 2º todo el viaje arriba del Fiat 600).
Como para estirar las piernas fueron directamente a la playa; bajaron el gomón, las palitas, el baldecito, los perros, los gatos, el canario en su jaula y todos los Gómez.
Ustedes calculen, 1ª quincena de enero, buen clima, Mardel a full. En Playa Grande no cabía un alfiler.
Ese fue el momento para Isabel. En un abrir y cerrar de ojos los hermanos se fueron corriendo al mar, y ahí aprovechó para cambiar de lugar la sombrilla y distraerlo a Igor con besos y caricias. Hansel llegó primero al agua y entró corriendo y saltando. Gretel entró después y se pusieron a jugar. Así estuvieron como tres horas y cuando se aburrieron salieron en busca de la sombrilla.
Y ya no estaba en su lugar. Buscaron y buscaron por toda la playa pero no la encontraron. Por otro lado Igor notó que sus hijos no volvían y cuando Isabel le dijo de irse se negó. A lo que ella le dijo: Vamos y les dejamos un cartelito de donde estamos Gor (forma cariñosa).
El aceptó. Lo que ella no le dijo es que el cartelito lo escribió en la arena, y los perros se encargaron de borrarlo con las patas.
Así Hansel y Gretel se perdieron en Mar del Plata.
Tomados de la mano echaron a andar y como ya era tarde y tenían hambre, encararon para la ciudad en busca de su padre. Pero en el camino se desviaron de la zona iluminada y terminaron por la zona del puerto.
Y como ya era de noche, buscaron una remisería, un bar, o algún lugar con luz... y que encontraron abierto? Un hermoso piringundín de procedencia dudosa. Entraron muertos de hambre y frío y los recibió una señora que podía ser su abuela pero no lo era; era la que regenteaba el piringundín y una casa de compraventa de al lado. Los hizo pasar y les dio comida y un lugar para dormir, cosa que no pudieron hacer, porque a eso de las 3 de la mañana y después de escuchar los ruidos de varias peleas entre sábanas de las piezas lindantes a la de ellos, los hermanitos se percataron de otro ruido. Un tiro. Después otro, y otro.
Gritos de: Pará!!! Pará!!! Animal!!! se hacían oir entre los disparos. Después la sirena (no de mar), la de la bonaerense, que llegaba a tratar de calmar al tiroteador.
Más tiros y después la calma. Cuando al fin salieron de la pieza casi sacados a la fuerza por un oficial, se enteraron de que la vieja había muerto de un balazo; pero se había cargado a un cliente antes, el que había empezado el tiroteo por motivos de celos, según las fuentes policiales.
Luego de darse cuenta de que eran hermanos y no una parejita precoz, la policía les preguntó el apellido y como habían llegado ahí.
Cuatro años estuvieron dando vueltas entre los Juzgados de Menores tratando de encontrar a su padre. Hasta que al fin, una tarde se contactaron con un productor de Franco Bagnato y fueron al programa. Es así que se reencontraron con su padre en "Gente que Busca Gente", luego de 4 años y medio.
El padre había sido seducido por Isabel la misma noche del abandono de los hermanos, y le había suministrado una dosis de burundanga mezclada con paracetamol y efedrina, cosa que le hizo perder la memoria temporalmente. Luego y por causas que se desconocen Isabel apareció sin vida en un descampado con una bolsa de Wall-Mart en la cabeza.
Hoy los Gómez viven felices, y sin madrastra.

domingo, 6 de julio de 2008

La verdad sobre... Cenicienta

Lugar: triple frontera.
Epoca del año: invierno.
Resulta ser que en un pueblito cerca de la triple frontera vivía Alicia Beatriz Dolores de Ramos Generales, comunmente llamada por el apodo de "Alibeadora" (de aquí en más "Ali"), sacado de las tareas domésticas que realizaba para ganarse el pan.
Ali trabajaba por horas, días, semanas, meses, años, e incluso llegó a arreglar un contrato para trabajar un década completa (con cama afuera).
Pero la parte que nos atañe es el momento de su revelación, cuando arrancó en una casa de fotografía en Paraguay. El horario era corrido de 6 de la mañana a 10 de la noche, y ella corría de aquí para allá adentro del local, porque sacaba, revelaba, enmarcaba, cobraba, y entregaba las fotos.
Una empleada tenía el local. Una empleada y cuatro jefas, las Bergolotio de Colgajo Romero; la madre, viuda de Colgajo Romero, y sus tres hijas, Azuzena, Zara y Zelene (anotadas con esos nombres por un problema de dicción de Don Colgajo de Romero).
La cuestión es que a Ali la explotaban y casi ni tiempo para ir a su casa tenía, así mayormente dormía en el local, al lado de los bidones de líquido revelador. De ahí su olor nauseabundo.
Ali tenía el pelo (va, lo que comunmente crece como pelo) de un color raro, ya que el líquido revelador de aportaba diversos "tonos sobre tonos" según la exposición al mismo. Tenía ondas en el pelo, y a veces lo tenía lacio, pero cuando se podía lavar lo tenía tipo "mota", sacado de su padre, Roberto Motta.
Un día mientras revelaba un rollo de 36, escuchó un parlante que avisaba a toda la comunidad argentino-paraguaya de un gran bailongo en el club del pueblo con banda invitada y todo.
La pobre Ali que ni tiempo para ir al baño tenía, cuando terminó su trabajo se fue a llorar junto a los bidones; y así pasó la noche y cuando ya el cansancio le ganaba tuvo una visión (que no fue Víctor Sueiro), fue su hada madrina.
El hada era en realidad madama del prostíbulo "Condonminio", y se hacía llamar Hada (la "h" era para darle cierta sofisticación al nombre); y se le acercó a Ali golpeando el vidrio del ventiluz del baño. Así fue que le llenó la cabeza diciéndole que afuera la esperaba otro mundo lleno de colores (los colores del prostíbulo).
Ali se vio llena de energía de nuevo y le dijo a Hada que quería ir al bailongo y reventar la noche con algún chongo paraguayo, y coordinaron que a la noche siguiente, la del bailongo, Hada le traería ropa para cambiarse y un desodorante de ambiente.
Y llegó la otra noche y Ali vio como las hermanas Colgajo se emperifolaban con unas polleras a lunares y salían aceitadas a mover el esqueleto a la noche paraguaya. Ni se imaginaban lo que pasaría más tarde.
El bailongo estaba hasta la manija porque el líder de la banda que cantaba esa noche atraía muchas mujeres, y muchas mujeres atraían muchos hombres. Héctor Octavio se hacía llamar el muchachote (una mezcla de brasileño-paraguayo que cuando no cantaba, se dedicaba a pasar armas en la frontera). Como locas las pibas. Todo marchaba bien, las Colgajo se apretaron a un patovica entre las tres para tratar de llegar al camarín del cantante. Ardidas estaban.
Hasta que de pronto, luego de tanto tema movido se apagaron las luces, apareció el humo y salió Héctor Octavio con una camisola blanca (al estilo pastor evangelista) entre el griterío de la multitud. Pero no sólo él apareció. También entró, colándose, Ali; vestida con una minifalda roja tan diminuta que parecía una vincha. Arriba una camisa anudada dejaba ver su ombligo (aún con restos de líquido revelador). Y todos se dieron vuelta para verla entrar... porque se llevó por delante al mozo y lo desparramó por el suelo. Pero el flechazo fue total.
Héctor Octavio no podía arrancar con el tema. Ella se acercó despacio al escenario y él la animó a subir. Entre ocho tipos la lograron levantar y subió. Allí, cerca de su ídolo, esperó que él le cantara el tema casi al oído ante la furtiva mirada de las Colgajo que hechaban espuma por las orejas.
Pero no todo fue perfecto porque en el medio del baile, cayó Hada a pedirle a Ali que devolviera las pilchas que le había prestado.
La cuestión es que todo terminó en una bataola donde chocaron sus fuerzas los gendarmes, los integrantes del grupo y la gente en general. Volaban las sillas y las botellas. En el revoleo Ali quedó semidesnuda y pudo arroparse con un mantel que decía "Soda Coco", y se perdió entre la multitud.
Al otro día, ya en el trabajo en la puerta la atajaron las hermanas Colgajo como para lincharla y vendérsela a Hada para el prostíbulo. Ali no pudo zafar de la situación porque los gendarmes estaba de parte de las hermanas (que ya se los habían pasado a todos), así que esperó que llegara Hada a llevársela.
Ya cambiada y limpia en el prostíbulo, Hada le prestó la misma ropa que le había dado para el baile. Y mientras Ali pensaba en como sería su nueva vida, la llamaron para el primer cliente. Y quien era el desubicado que iba al prostíbulo a las 11 de la mañana? Era Héctor Octavio, que traía cierta resaca del bailongo.
Pero al verla parada en la puerta de la pieza Héctor recobró la memoria instantáneamente y cayó (borracho) a los pies de Ali.
Se escaparon por la ventana y nadie supo más de ellos. Dicen que se cambiaron los nombres y pusieron una verdulería en Misiones. Héctor Octavio todavía pasa armas en la frontera cada tanto.

Do you remember?

Se que uno tiene recuerdos. También se que uno olvida recuerdos. Y se también que uno atesora recuerdos.
Esos recuerdos que tienen miles de colores, varias sensaciones, distintos olores, diversas formas y texturas.
Recuerdos que vienen y van libremente o uno cree que es así. Pero no, así como uno elige sus recuerdos también elige darles vía libre para circular por su cabeza.
Y pasa que a veces uno cree que hay recuerdos que se pierden sin sentido, pero no, ahí están. Listos para asaltarnos a la vuelta de la esquina, paseando por la plaza, tomando un micro, leyendo un libro, escuchando algún tema musical, mirando por la ventana.
Y nos caen encima y nos muestran que estaban ahí, ahí donde los dejamos. Porque los dejamos? Para volver a recordarlos? Porque son como esas cosas que uno cambia de lugar para no tirar? Porque los recuerdos no se tiran?
Por eso, porque los recuerdos no se tiran, se guardan, por el sólo hecho de ser recuerdos.
Así traigan con ellos felicidad o tristeza, o nos recuerden que nos equivocamos, o nos hagan plantear el tan incierto "que hubiera pasado".
Y más allá de estas cosas que nos "hacen los recuerdos", nos muestran nuestra capacidad de recordar, cosa que nunca debemos perder, y nos hacen ver que siempre podemos volver a recordar.
Y ya se que no se puede vivir de los recuerdos, es al revés, los recuerdos forman parte de nuestra vida, son esas cosas que hicimos, que nos formaron, y nos sirvieron para seguir adelante.
Y nos sirvieron para sentirnos importantes, impotentes, felices, tristes, solos, esperanzados, inquietos, apesadumbrados, vivos y con ganas de...
Por eso hoy se que junté muchos recuerdos, y al escribir esto los estoy trayendo de nuevo a la superficie. Y también se que algunos no están completos ni se si se completarán alguna vez, pero están y eso es lo importante. Y como escuché una vez por ahí... se que nos veremos en el camino, yo y mis recuerdos.
Así que ahora que termino de escribir, lo importante no es el comentario de esto, lo importante es que el/la que lo lea lo recuerde.

viernes, 4 de julio de 2008

La verdad sobre... patito feo

Había una vez...
No no..
Vamos de nuevo.
Resulta ser... que en una granja del Conurbano bonaerense había una pata (que no era Villanueva), que venía empollando un montón de huevos durante mucho tiempo. Entonces un día se pudrió y les pegó una pasada por el microondas y nacieron todos. Bueno... todos es un decir, porque uno no salía del cascarón.
Le costaba y nadie le daba una mano, como es natural. Tuvo que romper solo el cascarón para salir. Y al final ante la presencia de todos, incluyendo un par de fotógrafos de un suplemento rural, apareció altivo, lleno de orgullo y lleno de una sustancia pegajosa horrenda, un asco y feo, principalmente feo.
Todo el mundo se preguntaba que sería, ni pato, ni ganso, ni chinchilla, ni butarda, nadie sabía.
Y como se reacciona ante algo que se desconoce su origen? Lo hecharon a patadas de la granja; ni carpa le dejaron instalar. La pata se hizo la re boluda y en un paseo por la laguna, se piró sola ante los comentarios de que le habían metido un huevo ajeno.
Así es que nuestro pequeño y feo amigo se fue antes de que lo lincharan los chanchos.
Al tiempo de andar se cruzó con una casa de una vieja que tenía miles de otros animales, y se mandó al ver la puerta abierta. Lo recibieron un gallo negro con muy mala onda, un gato capón y una lechuza visca. Lo atajaron al vuelo y lo interrogaron con picana en mano, mientras giraban un fierrito sobre el fuego de una estufa a modo de "spiedo". Luego de varias horas de preguntas sin sentido al gallo le tocaba ir al gallinero, el gato se fue por los techos y quedó sólo la lechuza.
Así que viendo que la cosa se iba complicando, nuestro amigo pudo zafar de la situación tirando una piedra para un lado y corriendo para el otro, mientras la lechuza no sabía para donde apuntar.
Salió a las disparadas y a pocos metros se metió en un montecito en donde buscó refugio de la noche. Empezó a hacer frio y se acurrucó en un matorral para dormir. A la mañana siguiente volvió a andar y a buscar algún lugar para morfar y recuperar energías. Pero esta vez le fallaron las fuerzas y le ganó el frio. La cuestión es que se congeló como Walt Disney y quedó atrapado en un charco. Lo rescataron un par de pibes que pasaban juntando cartón, y viendo que no despertaban le dieron a la fuerza un trago de caña quemada, lo cual hizo que pegara un salto terrible, y hasta pensaron que era alérgico o tenía epilepsia.
Cuando se calmó les agradeció a los pibes y se fue zigzageando, no sin antes llenar una petaca con caña quemada. Y ya sin rumbo fijo y desanimado por ver su reflejo en otro charco, que le mostró una mancha entre marrón y parda, media deformada y borrosa (algo muy parecido a "Oggi Junco"), fue en busca de algo para cortar su sufrimiento.
Así es que de pronto se encontró en una laguna hermosa. Más bien una cava, en la que vio un par de patos enormes y esbeltos todos tuneados llenos de "bijou". Al verlos se escondió entre los pastos, pero como hizo ruido, se le fueron al humo y lo rodearon. Ya dispuesto a que lo molieran a palos agachó el cuello. Pero uno de los "patos grandes" le dijo: Hola...tipo naaa, quien sos? What pass?
Y nuestro amigo les dijo: Hola, ando perdido y no quiero molestarlos con mi horrenda presencia, ya me voy a otro charco (algo de razón tenía porque traía una baranda bastante fuerte).
Pero lo volvieron a mirar y le dijeron: No problem chabón... que buen look el tuyo, ninguno de nosotros queda así ni después de un día en el spa. Que clase de cisne sos?
Cisne yo? preguntó nuestro amigo. Si yo soy horrible.
Ahí nomás uno de los cisnes viejos, sacó de una bolsita un espejito y se lo dió. Al verse notó que tenía una facha bárbara, y la mugre la daba un aire de aventura a sus plumas. Y se armó un grupo en el cual nuestro amigo pasó a ser el centro.
Al tiempo de andar por la cava, se encontró con una hermosa y bella "cisna" que lo conquistó.
Dicen que ella estaba toda operada y solo le interesaba la fama. Y fue así que esa relación no prosperó y a nuestro cisne lo dejaron por ganso.

PD: Gracias Agustina por tu re-colaboración!

calle 7