sábado, 29 de marzo de 2008

Deportes Extremos II

Siguiendo en el tema de las tareas titánicas y difíciles, tales como escalar el Everest, caminar sobre brasas calientes, cruzar "el Impenetrable" o pasar 20 minutos con el tiki-taka sin parar, casi paso por alto una tarea que, tras su manto de normalidad, es casi diabólica. Hacer trámites en lugares estatales.

Lo difícil no es el trámite en si, sino el trayecto. Serían unos pocos pasos para cualquier mortal, pero no; uno tiene que transformarse en Highlander para no morir en el intento. Y pruebas hay a patadas porque nunca falta un conocido, familiar, amigo o uno mismo que haya pasado por los avatares de encarar cualquier mísero trámite.
Primero hay que averiguar donde se hace el trámite. Llegás y no hay una cartelera que sepa indicarte si tenés que subir o bajar para encontrar la oficina que buscás, a la cual llegás como se llega a Roma, preguntando. Y esta es la parte más fácil, porque una vez llegados vemos el porque podemos empezar a flaquear.
Unas 50 personas para una sola ventanilla. Hacemos la cola sin saber si ésta es la que nos sirve, y luego de 40 minutos, nos atiende la sobrina de alguien amigo de uno que tiene relación con otro que anda con la novia de uno que conoce a un pariente de la mujer del consuegro del encargado de contratar gente en ese lugar. Ahhhh. Y, con cara de ayer tomé demasiado, nos dice que saquemos número para otra ventanilla encargada de recibirnos para iniciar el trámite.
Vamos a la otra ventanilla que está un poco más despoblada, y nos dan el número gentilmente. El 562. Van por el 316. Así que nos damos cuenta de que tenemos que volver al otro día.
Volvemos contentos porque ya sabemos como llegar, y resulta que el número que era para iniciar el trámite no lo era. Era para que nos pasaran con otro tipo que nos dice que papeles tenemos que traer. Cuando nos dan un lista con requisitos y papeles como para volar en la NASA, nos vamos. Juntamos todo y volvemos, cargados de papeles y paciencia. Llegamos buscando la cara conocida del mismo tipo que nos atendió, pero no, está de licencia. Caemos con otro que nos aclara que nos falta la fotocopia de la parte de abajo de la tercer hoja del certificado bucodental de nuestro bisabuelo.
Volvemos con eso y podemos iniciar el trámite. No. Resulta que la persona que inicia el trámite también está de licencia, y tenemos que volver otro día. Volvemos a la semana y lo iniciamos.
Así se espera un tiempo en el que uno hasta podría plantar palmeras y verlas crecer hasta 5 metros de altura. Volvemos y que pasa. Hay paro de actividades por pedido de liberación de un compañero preso político.
Otra semana. Volvemos y que pasó... el trámite está hecho, casi un milagro. Pero no termina la cosa ahí, porque tenemos que sellarlo en otra oficina, dos pisos más arriba. Que está de paro también pero por otro motivo.
Otra semana y volvemos, lo sellamos luego de hacer 3 horas de cola y nos vamos a presentar los papeles del trámite que iniciamos hace dos meses.
Llegamos como vueltos de Saigón con todas las tropas vietnamitas detrás nuestro, con la presión por las nubes, sin un mango, con sed, ampollas en los pies, dolor de cabeza, y todos los papeles revueltos pero... el período para presentar los papeles se venció el día anterior. Y ahí nos damos cuenta de una cosa que pensamos que podíamos obviar... darle el trámite a un gestor.

No hay comentarios:


calle 7