jueves, 20 de marzo de 2008

Donde dejé los huevos?

Pascuas. Conejos. Roscas. Huevos. Empanadas de vigilia. Bacalao. Merluza. Atún. Todos ingredientes de esta gran festividad. Una fecha que nos cuesta un huevo, o más según la parentela.
Resulta que salí en busca de los famosos huevos de pascua y/o en su defecto conejos o formitas o alguna otra cosa de chocolate.
Veamos, analicemos el mercado huevístico. Los hay de todas formas y variados colores, artesanales, semi artesanales, industriales. Estos últimos están (algunos) en el último escalón del podio, porque quien no ha ido en busca del huevo sobre la fecha? Yo siempre, costumbre. Y siempre te encontrás con que parece que antes que uno pasó una horda de bestias come huevos, y si no los comieron o llevaron, los rompieron por pura maldad, así cuando uno manotea ese del fondo de la góndola que le gustó, click, crack, pum, está hecho añicos, y más vale comprar una bolsa de maní con chocolate que esas migas, porque si no al abrirlo se confundirán los confites con los pedazos. Los semi industriales también son víctimas de la barbarie pascual, pero tienen un poco más de aguante porque la capa de chocolate es un poco, sólo un poco más gruesa. Los que se salvan son los artesanales, porque esos lo conseguimos en lugares más protegidos como las panaderías, casas de chocolates artesanales, o a la vecina de confianza que siempre nos termina regalando alguno.
Y los confites también son un tema en los huevos industriales. Porque a huevo barato no le pidamos confites, y encima que sean ricos si los hay. A veces es mejor sin confites que encontrarse con esos que uno no sabe si escupirlos o tragarlos a la espera de que pase el sabor.
Así que llegué tarde a comprar, y casi ni los industriales quedaban, habían desvalijado al super de los huevos, una imagen terrible, y sólo quedaban los más caros. Ni loco ni borracho, al fin y al cabo es un huevo pensé. Miré igual pero sin novedad, hasta que de pronto lo encuentro, de tamaño mediano, chocolate con leche y confites, papel llamativo y un 0800 para llamar en caso de intoxicación. Es seguro pensé. Me agaché, porque estaba medio abajo y casi solo, como perdido en la góndola. Roto. Por eso estaba solo.
Entonces le encaré a los más caros casi como resignado, sabiendo que estaba pagando que el papel envoltorio era de mejor calidad y que el fabricante daba la cara. Muchas marcas había, pero también rotos en su mayoría los que me gustaban, y los únicos enteros eran algunos que tenían no se que adentro y que no son los clásicos para regalar.
Entonces se me ocurre mirar más arriba, y ahí exploté. Los huevos están por las nubes! Si sólo son dos mitades de chocolate con leche de mediana calidad con a lo sumo dos o tres bombones industriales medio pelo. Incomprensible para mi mente, por más que le buscaba la vuelta.
Y me fui, con las manos vacías y los huevos llenos.

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