domingo, 30 de marzo de 2008

Un corte y una quebrada

Eran tiempos difíciles. Complicados. Duros económicamente. Las cosas aumentaban rapidamente de un día para otro o en el mismo día. Por ese entonces todavía no llevaba el pelo largo, por lo que iba regularmente a la peluquería.
Y como dije antes, la cosa estaba jodida, y el "mango" era para "morfar". Así que cada vez iba más espaciado a la peluquería, y como el pelo me crecía y me crece con cierta rapidez, se me formaba una mata importante, que a la mañana me hacía ver como "Clarence" de Daktari, y resultaba indomable hasta para el más intrépido gel "wetlook". Tenía un problema.
Y como resolverlo? La peluquería.
Pero sin plata... a donde ir? En casa, imposible, salvo que me rapara o quisiera tener la cabeza como Hellraiser. Un/a pariente peluquero no tenía ni a la vista. Un amigo/a peluquera tampoco. Pero por suerte estaba mi viejo, que en estos casos de supervivencia estilística se le ocurrió llevarme a una peluquería "social". Si, era social porque quedaba en una Unidad Básica, y como el nombre lo dice la peluquería también era básica. Y no se de donde ni como, mi viejo lo conocía al peluquero en cuestión. Bah, yo creía que era peluquero.
Allá fuimos, mi viejo, mi cabeza y yo. Y uno se hace la idea de una peluquería, pero esta no se aproximaba ni a sentarse en la silla de tu casa mientras tu vieja te achura las crines.
Dos manos, morocho, de bigotes, cara gentil, ojos medio saltones y mirada tranquilizadora. Así era el hombre que me cortó el pelo (a esta altura no me atrevo a llamarlo peluquero), y bueno... mientras me sentaba se puso a charlar con mi viejo, y empezamos.
Sacó tijera, peine, y poca cosas más. Ni agua creo que tenía. Entonces traté de guiarlo en mi desconocimiento para que me cortara más o menos decente. El seguía charlando con mi viejo (creo que ahí está el problema).
Luego de unos 20 o 25 minutos, me dice, y ahora te corto acá y si querés te dejo como "Comitas". Si, si, "Comitas". Después me enteré de que era un jugador de futbol conocido (Jorge Comas).
Yo, a esto que me dijo no le di importancia porque me quería ir. Ya estaba terminando. Ahh... un detalle importante, no tenía espejo. Así que solo podía ver la cara de mi padre a manera de referencia.
Terminó, me limpió, me sacudió los pelos, y me paré para verme en algún lado que reflejara. Nada. No encontré ni un azulejo. Lo miro a mi viejo que se despedía del tipo este. Me mira. Lo miro. Me vuelve a mirar. Y ahí lo supe. Estaba tentado de la risa. A la salida y apiadándose de mi, mi viejo me alcanzó una gorra.

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