jueves, 27 de marzo de 2008

Deportes extremos


Algo difícil, una tarea a veces titánica, una tarea digna del Iron Man, algo para lo que hay que prepararse y entrenar. Salir de compras.
Tengamos en cuenta algunos factores. Hacerlo de mañana significa que tiene que ser temprano porque el tiempo transcurre más rápido. Pensar que vamos a comprar y plantearnos por lo menos 3 ó 4 alternativas. Llevar lo imprescindible, plata y poca cosa más; nada de carteras, mochilas, o bolsitos porque luego de 45' de caminata en la jungla de asfalto uno tiende a dejarlos en cualquier lado. No llevar armas blancas ni armas de fuego. Y si queremos que el desafío sea completo, salgamos un sábado no importa el horario. Porque el sábado es para valientes, para corajudos.
Ya inmersos en la caminata, vemos como que en el horizonte las cabezas se multiplican hasta el infinito. Y hay de todo y para todos los gustos. Está la familia de 8 o 9 integrantes, tipo grupo de cumbia, que ocupan todo el ancho de la vereda y más, porque llevan hasta el canario, y los pibes se les dispersan como pochoclos saltarines. Calma. Si pasamos este escollo, tenemos la gente que va a 45, y nosotros vamos a 78, pero los pasamos y vemos que hay más. Calma. Después están los vendedores de CD's y DVD's truchos, que proliferan como conejos, y ocupan la mitad de la vereda (para estos casos ir a comprar unos borcegos militares pesados y... uy! no vi las cajitas!, para que aprendan). Calma. Después están los que se encuentran, porque la gente se encuentra, y se arma un "piquete de la amistad" donde se despliegan abrazos, apretones de manos, charlas, y sobre todo gente (esto suele darse en las esquinas). Calma. Más adelante están los volanteros, que te ven venir con bolsas en las dos manos y sin decirte nada, te chumban el volante, como si fueran autistas o mimos mal aprendidos. Y un espécimen complicado son los que te enchufan casi a la fuerza el almanaque zodiacal, para luego intentar sacarte una moneda; esos son terribles y seguidores como perro de sulky, y hay que saber identificarlos con tiempo.
Pero pese a todo, llegamos a destino, y que nos pasa... el local está hasta las manos. Porque la gente sale comprar como si fuera el último día, y generalmente la gente "sabatina" no sabe que quiere comprar, y las/los vendedores tampoco saben que ofrecer. Calma. Entonces te encontrás mirando al vendedor de zapatos tratando de hacerle entender de que por más que intentes y te envaselines las patas, no te va a entrar un zapato dos números menos que el tuyo. Calma. O al que te quiere vender un jean que apenas lo ves, sabés que no te pasa ni las rodillas, o que entrás dos veces, pero te dicen... si le tomás un poquito te queda bárbaro. Calma. Pero no todo está perdido!, porque encontraste eso que tanto querías y entrás a comprarlo... y no hay casi gente en el local... y te gusta el color, la textura, la confección... pero no es tu talle. Calma.
Lo bueno de esto es que, una vez que tengas eso que no querías y no sabías que ibas a comprar, llegás a tu casa con ganas de cambiarlo. Otra vez será.

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calle 7