lunes, 17 de marzo de 2008
Campaña matera
Llamado a la solidaridad para pedir la reinvindicación del mate amargo.
Recuperemos la raíces, hagamos causa común.
Nada de azúcar común tipo A, rubia, morena, ecológica, edulcorantes, café, ni cascaritas de frutas o verduras, o ningún tipo de aditivo potenciador de su sabor. Un sabor absolutamente nuestro, sincero, sin vueltas, de tierra adentro, amargo.
Si podemos aceptar alguna variedad basada en su método de elaboración, más fuerte, termino medio, más suave. Pero nada más. No al despalamiento de la yerba, que si nació con palos, con palos ha de morir.
Demos clases para armar y sebar el mate. Paremos a esos destructores del mate que sólo piensan que sebar el mate es como regar las macetas en el jardín. Falta que esperen a que crezca algo después de tanta agua, y si el mate es más grande, más cantidad vierten; habría que hacerlos tomar mate en un aljibe para que aprendan.
Frenemos a los mineros materos, esos que revuelven para encontrar qué? Si hay yerba nomás. Usan la bombilla a modo de mini pala retroexcavadora, y claro, en hueco que dejan luego de su trabajo, vierten el agua como los chicos en un pozo en la arena.
El mate sufre, y sufre a palos, esos que quedan flotando luego de que la vida de la yerba se extingue. Eso nos tiene que frenar en nuestro afán de llegar más allá. Alto criminales materos. Es como tratar de sacarle jugo a una piedra. El mate nos avisa que la yerba ya nos dio todo, su aroma, su sabor, su intensidad, su color, su tiempo. Saquésmosle el mate de la mano a esos que insisten en seguir aún cuando pueden verse reflejados en ese minúsculo espejo de agua.
O esos que chupan hasta tratar de llegar al fondo de la madera, como si el mate fuera vino y estuviera en barrica de roble. El ruido es otro aliado para frenar, como la chicharra de los micros cuando pasan los 90 Km/h. Cuando el ruido es sordo, hueco, ya no hay vuelta atrás, hay que volver a empezar; no sigamos haciendo sonar el mate como si fuera un instrumento musical, nos busquemos la semicorchea no la semifusa.
Paremos con los mates de plástico, no dejemos un recipiente antinatural para algo tan natural como el mate. Volvamos a la calabacita, al mate de madera decente, no esos forrados en aluminio que nos enchufan de recuerdo de no se donde.
El mate es un instrumento para cosas variadas, emotivas. Es instrumento de reunión, con uno mismo y con otro u otros, es el vínculo de la charla, el dar y dar. Es tranquilizador, te relaja, te acompaña siempre, no te deja a pata. Entonces no lo maltratemos, cuidémoslo como si fuera una amistad, que perdure en el tiempo, y que podamos pasarlo de generación en generación.
No dejemos que estas palabras se laven.
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2 comentarios:
No, no y no, señores. El mate se toma dulce. Acá y en la China. ¿Qué es eso de andar blandiendo las banderas ultra reaccionarias del mate amargo? ¿Qué es esa facción campera machista circulando por un blog de un chico joven y urbano?
Punto uno. El mate puede comprarse en íbice (un lugar que vende velitas, collares y mates metalizados de colores brillantes, sí, ¿por qué no?)
Punto dos. Sí, la cebecé que está en la cocina es mía... ¿y qué tiene?
Punto tres. A las chicas no nos gusta el mate amargo, fuerte y caliente, entiéndanlo!!! Es muy heavy.. ni los motoqueros lo toman. Y si encuentran una chica a la que le guste el mate así... corran por sus vidas.
Y después no digan que no les avisé...
¿Podemos tomar un té mejor?
Celi.
Poco se puede agregar a lo dicho por mi amigo, definitivamente quien firma el primer comentario a tu Campaña matera ha de conocer a la masa de chinos que se avalanzan sobre el mate dulce, pero definitivamente no conoce lo que es el MATE en Argentina y Uruguay cuanto menos.
El mate es mate si es amargo, sino sera otra cosa... infusion, bebida, lo que quieran, pero no mate.
Ni hablar de esas combinaciones esperpenticas de yerba mate, hierbas y edulcorante que suelen encontrarse en algunos lugares; me da escalofrios de solo pensar en el gusto de eso.
Como dije al inicio, sin duda que poco queda por decir mas que me inscribo entre los activistas de la Campaña Matera.
Néc
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